En nuestra historia se han registrado muchos movimientos que marcaron ciertas épocas y esto se sigue viendo hasta en la actualidad. El romanticismo fue una de esas épocas que tuvo su origen en el Reino Unido y Alemania, casi al término del siglo XVIII. Esto trajo una multiplicación de los artistas que creaban obras basadas en el romance, entre todos estos también había poetas reconocidos cuyas letras aún recordamos en nuestros días. Así que si desas conocer un poco más acerca del movimiento poético de la época, estás en el mejor lugar para hacerlo.
A continuación te presentamos algunos poemas de la época que te podrán servir como guía para comprender cómo funcionaban los poetas y todo el mundo de la poesía. Además, podrás acceder a poemas hermosos que no sabías que pertenecían a dicha época y que tal vez no conocías. Muchos de ellos han permanecido ocultos a tus ojos, al menos hasta este momento.
Además de todo esto, podrás descubrir el poema del romanticismo que más te guste y compartirlo con quienes desees. Podrás también dejarlo en tus redes sociales y así compartir un contenido muy interesante. Te dejamos cada poema junto con el nombre de su autor y una breve aplicación de cada uno. De esta manera podrás hacerte una idea de lo que trata cada uno de los poemas aquí presentados.
Índice de contenidos
Poemas del romanticismo
1. Caed, hojas, caed - Emily Brontë
Caed, hojas, caed; morid, flores, marchaos;
que se alargue la noche y se acorte el día;
cada hoja es felicidad para mí
mientras se agita en su árbol otoñal.
Sonreiré cuando estemos rodeados de nieve;
floreceré donde las rosas deberían crecer;
cantará cuando la putrefacción de la noche
se acomode en un día sombrío.
Esta autora es muy conocida debido a sus obras literarias y ahora nos deslumbra con este poema lleno de romance. En él vemos un amor que se mantiene aferrado a la vida, aun cuando la muerte, como es natural, está por alcanzarlo. Lo compara con las hojas que caen del que parecen aferrarse al tronco hasta que ya no pueden más.
2. Eternidad - William Blake
Quien a sí encadenaré una alegría
malogrará la vida alada.
Pero quien la alegría besaré en su aleteo
vive en el alba de la eternidad.
Aquí vemos un poema que nos habla de lo imposible que es poseer la felicidad como si nos perteneciera. Nos dice que solo hay que vivirla y disfrutarla. Hay que respetar el hecho de que la felicidad solo viene y va, pues esta es su naturaleza.
3. Necedad de la guerra - Víctor Hugo
Estúpida Penélope, de sangre bebedora,
que arrastras a los hombres con rabia embriagadora
a la matanza loca, terrífica, fatal,
¿de qué sirves? ¡Oh guerra! Si tras desdicha tanta
destruyes un tirano y un nuevo se levanta,
¿y a lo bestial, por siempre, reemplaza lo bestial?
Ahora es el turno de este poeta francés que ya nos ha dejado ver su lado romántico. En este poema en particular, nos habla acerca de lo inútil que es vivir en guerra. Este es así, pues, según el autor, todo se trata de cambiar un tirano por otro. Un texto que nos deja ver un poco de la ironía romántica de la época.
4. Desesperación - Samuel Taylor Coleridge
He experimentado lo peor,
Lo peor que el mundo puede forjar,
Aquello que urde la vida indiferente,
Perturbando en un susurro
La oración de los moribundos.
He contemplado la totalidad, desgarrando
En mi corazón el interés por la vida,
Para ser disuelto y alejado de mis esperanzas,
Nada resta ahora. ¿Por qué vivir entonces?
Aquel rehén, que el mundo mantiene cautivo
Otorgando la promesa de que aún vivo,
Aquella esperanza de mujer, la pura fe
En su amor inmóvil, que celebró en mí su tregua
Con la tiranía del amor, se han ido.
¿Hacia dónde?
¿Qué puedo responder?
¡Se han ido! ¡Debería romper el infame pacto!
¡Este vínculo de sangre que me ata a mí mismo!
En silencio lo he de hacer.
La desesperación fue uno de los sentimientos que más se exploró en la época del romanticismo y esto es justo lo que vemos en este poema. Sin embargo, en este poema vemos que la desesperación tuvo su inicio en una fuerte desilusión amorosa. Es un trabajo de introspección que el poeta hizo y del que brotó este hermoso escrito.
5. La mariposa - Alphonse de Lamartine
Nacer en primavera
Y efímera morir como la rosa;
Cuál céfiro ligero
Empaparse en esencia deliciosa
Y en el diáfano azul que la embriaga
Nadar tímida y vaga;
Mecerse en una flor abierta apenas,
Del ala sacudir el oro fino,
Y luego alzando el vuelo
Perderse en las serenas
Regiones de la luz; tal tu destino,
¡Oh alada mariposa!
Tal de los hombres el inquieto anhelo;
Volando acá y allá, nunca reposa,
Y remontarse al cielo.
Se trata de un poema del este escritor francés que nos lleva a fijarnos en la vida de las mariposas. Nos habla del aleteo de estos pequeños animalitos, de su fugacidad y después hace comparaciones con la vida de los seres humanos. Nos hace ver que nosotro tambien estamos expuestos a vivir justo lo que viven las mariposas.
6. Ozymandias - Percy Bysshe Shelley
A un viajero vi, de tierras remotas.
Me dijo: hay dos piernas en el desierto,
De piedra y sin tronco. A su lado cierto
Rostro en la arena yace: la faz rota,
Sus labios, su frío gesto tirano,
Nos dicen que el escultor ha podido
Salvar la pasión, que ha sobrevivido
Al que pudo tallarlo con su mano.
Algo ha sido escrito en el pedestal:
«Soy Ozymandias, el gran rey. ¡Mirad!
¡Mi obra, poderosos! ¡Desesperad!:
La ruina es de un naufragio colosal.
A su lado, infinita y legendaria
Solo queda la arena solitaria».
En este poema vemos lo que ocurre cuando se encuentra un viajero con un poeta en esta época de nuestra historia. Nos permite ver que la vid de las personas se va de este mundo cuando la muerte les toca a la puerta. No es lo que viven los artistas, pues sus obras permanecerán con el tiempo y serán ellas entonces las que hablen en nombre de cada creador.
7. Elegías, nº 8 - Johann Wolfgang von Goethe
Cuando dícesme, amada, que nunca te miraron
con grado los hombres, ni hizo caso la madre
de ti, hasta que en silencio una mujer te hiciste,
lo dudo y me complace imaginarte rara,
que asimismo a la vid faltan color y forma,
cuando ya la frambuesa a dioses y hombres seduce.
Uno de los poemas más románticos de esta lista y es que aquí es comparada la amada de este hombre con una vid que da sus mejores frutos. Aquí la naturaleza es convertida en una metáfora pus en realidad nos habla de una persona, de aquella que solo vive para complacer a los seres que ama.
8. Sintiéndose acabar con el estío - Rosalía de Castro
Sintiéndose acabar con el estío
la desahuciada enferma,
«¡Moriré en el otoño!
—pensó entre melancólica y contenta—,
y sentiré rodar sobre mi tumba
las hojas también muertas».
Más... ni aun la muerte complacerla quiso,
cruel también con ella;
Perdonóle la vida en el invierno
y, cuando todo renacía en la tierra,
la mató lentamente, entre los himnos
alegres de la hermosa primavera.
Otro de los poemas que nos muestra un poco sobre la ironía romántica. Aquí vemos que la muerte no nos llega en el peor momento de nuestra vid, sino cuando más felices somos. Un texto hermoso que podemos tomar como uno de los preferidos de toda esta lista.
9. El consenso público - Friedrich Hölderlin
¿No es más bella la vida de mi corazón,
desde que amo? ¿Por qué me distinguíais más
cuando yo era más arrogante y arisco,
más locuaz y más vacío?
¡Ah! La muchedumbre prefiere lo que se cotiza,
las almas serviles solo respetan lo violento.
Únicamente creen en lo divino
aquellos que también lo son.
Ahora este texto nos habla sobre el amor aguerrido que va en contra de los placeres de esta sociedad. Esto se vivía en esa época y se vive ahora en a actualidad. Según este escrito, el verdadero amor solo recibe el valor que merece de la mano de los que se consideran hijos de Dios.
10. Canto del reír - William Blake
Cuando los verdes bosques ríen con la voz del júbilo,
y el arroyo encrespado se desplaza riendo;
cuando ríe el aire con nuestras divertidas ocurrencias,
y la verde colina ríe del estrépito que hacemos;
cuando los prados ríen con vívidos verdes,
y ríe la langosta ante la escena gozosa;
cuando Mary y Susan y Emily
cantan «¡ja, ja, ji!» con sus dulces bocas redondas.
Cuando los pájaros pintados ríen en la sombra
donde nuestra mesa desborda de cerezas y nueces,
acercaos y alegraos, y uníos a mí,
para cantar en dulce coro el «¡ja, ja, ji!»
La época del romanticismo no solo daba importancia al amor, sino que también tomaba en cuenta otras emociones como lo es la alegría y el goce de la vida. En este texto vemos algo de esto y hace una celebración a la vida, a la que se vive de manera intensa, ya sea en soledad o compartida.